Tengo que confesar que últimamente no
me fijo bien en los detalles. Y sin embargo ahí está, este
automóvil, un flamante Mercedes Bez, que no es mala marca, ni tampoco es lo que se llama un
vehículo “popular”. Yo diría que la bicicleta es
un vehículo más popular. ¿Me equivoco si le pongo a esta máquina (al Mercedes, claro)
el calificativo de “ostentoso”? Tal vez sí; tal vez no. Pero ese
no es el asunto, el asunto es que el resplandeciente morro de esta
opulenta máquineja no goza del clásico adorno de la codiciada
estrella. En su lugar han puesto un escudo plano que, reconozcámoslo,
no es lo mismo. Todo hace parecer que lo de la mirilla que apunta al
horizonte ya no se lleva. ¡Menudo despiste el mío! Si es que no me centro en los detalles...
Pero claro, yo me pregunto por qué. ¿Por qué este
cochazo no luce ese signo de distinción que hace a su dueño digno
de ser recibido en las más selectas mansiones del barrio alto? A lo mejor es que
esa tendencia a robar el adminículo por aquello de fastidiar se está
disparando en los últimos años. Me pregunto, también, por qué
será eso. Puede que el número de choricetes, gamberros y díscolos de andar por casa se esté multiplicando en los últimos
tiempos. De no ser así, no habría que rediseñar el morro del
Mercedes Benz para privarlo de ese que en otros tiempos fue motivo de
orgullo. Porque, vamos a ver, el que se compra un carromato de ese
calibre no lo hará por pura necesidad. A lo mejor (o a lo peor) es
que algo en nuestro estilo de vida no acaba de funcionar. Porque, a ver,
digo yo que si todo el mundo tuviera un Mercedes, no habría por qué
fastidiarle la estrella al del vecino. Claro que eso de que todo el
mundo tenga de todo es un poco utópico. Tal vez sucede todo lo
contrario: que unos tienen mucho y les sobra la pasta para comprar
varios Mercedes, mientras otros no tienen para arreglarle el pedal a
la bicicleta. No estoy muy seguro de que nadie pase calamidad por el gusto de pasarla. Así pues, tenemos a una minoría que puede mandar sus hijos a
colegios donde exista la posibilidad de aprender a vivir en sociedad,
mientras el resto de los infantes no tienen más remedio que
compartir el aula como lo más granado de cada tribu. Es tan subjetivo
eso de la realidad...
Entiendo el fastidio de los que tenéis
un Mercedes por no poder lucir la estrella de la casa. Entiendo que
debe ser un pequeño trauma comprobar que un amigo de lo ajeno te
desposea de ese signo de distinción. ¡A mí me fastidiaría que me
hurtaran el velocípedo! No voy a decir que les está bien empleado a
los que pierden la mirilla a manos de un incivil. Nada de eso. Sobre
todo si se podría haber evitado. Bastaría con que tuviéramos una
sociedad un poco más equilibrada y más accesible para todos.
Bastaría con que un niño nacido en la zona norte, tuviera las
mismas oportunidades que otro aterrizado en un chalé de Monteluz.
Tal vez así evitaríamos más de una tentación dañina. Lo que no
podemos garantizar es que desaparezcan esos otros choricillos que no
roban estrellas de Mercedes, pero que seguramente tendrán una
colección de bonitos carros a costa del contribuyente, mientras guardan el Botín en un banco de las Islas Caimán. Ellos si que
tienen garantizado que nadie les arranque el emblema de los
triunfadores. Para eso está el chófer.
No es lo mismo; dónde va a parar |
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