Muchas y muy ponderadas
fueron las virtudes y cualidades que adornaban el genio y la persona
de Chotoklán el Magnífico. Ahora bien, si hubiera que encomiar una
de ellas por encima de las demás, esta sería, sin lugar a dudas, su
enorme (descomunal) capacidad para la suplantación.
A la tierna edad de 14
años ya suplantaba a su abuelo. Acudía regularmente al casino del
pueblo (Saint Bacín Coronado), donde, audazmente, jugaba al dominó
con otros jubilados. Asimismo, cuando constaba fehacientemente que el
viejo salía de parranda, Chotoklán suplantaba a su abuelo en las
lides maritales, esto es, cohabitando con la abuela. Hizo lo mismo
con las novias de sus hermanos y, más tarde, con las esposas de sus
allegados. Curiosamente, nadie pareció advertir la naturaleza de
dichas suplantaciones. Suplantando era infalible.
A los diecinueve (tiernos)
añitos decidió hacer fortuna escribiendo los guiones de Guillermo
Sautier Casaseca. Más tarde elaboraría las respuestas del
consultorio radiofónico de Elena Francis.
No podemos dejar de lado
otra de sus cualidades más conspícuas: la composición musical. Así
pues, a los veintitrés (tiernos) añitos estrenó varias obras, eso
sí bajo la firma de Shostakovich. Nadie pareció advertir que
Shostakovich llevaba muerto más de treinta años. Las obras, sin
embargo, se dieron como auténticas del genio ruso, lo cual evidencia
la gran capacidad de Chotoklán el Magnífico (o Chotoklán el
Suplantador) para suplantar lo que fuera menester.
En el campo de la
literatura, otra de sus grandes pasiones, Chotoklán redactó 47
volúmenes que añadió a los 42 ya existentes de las Memorias de
ultratumba, de Chateubriand.
Registró de paso, como suya,
la creación del filete Chateaubriand, adquiriendo sustanciosos
derechos de autor. Las obras musicales se vendieron discretamente y
no reportaron beneficios a Chotoklán.
A
principios del presente siglo, Chotoklán asistía con cierta
frecuencia a las conferencias que tenían lugar en el seno de la
Sociedad Peripatética Transpalotinesca, de la cual se hizo socio
bajo la identidad de Michel Foucalt, dado lo cual recibía
puntual correspondencia con la programación trimestral de la
S.P.T. Fue así como se percató -no sin el correspondiente estupor-
de que la primera conferencia de aquella misma semana correría a
cargo de un tal Chotoklán M. Cuál no sería su asombro, una vez
instalado en uno de los asientos destinados a la audiencia, al
comprobar que el conferenciante tenía sus mismos rasgos, el mismo
pelo, la misma voz, incluso su misma ropa, y que la perorata iba a
versar sobre las técnicas ancestrales del arte de la suplantación.
Fdo.
Estulticius Karataunas
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