jueves, 8 de febrero de 2018

ESTA LLUVIA NO ES DE AQUÍ


Los sábados suelo levantarme temprano para salir a la calle con los perros. El pasado viernes 2 de febrero, en la página web del instituto nacional de meteorología comprobé que, el sábado, empezaría a llover (lluvia débil) a partir de las nueve AM.
Previendo tal acontecimiento, procuré estar en la calle con los perros más o menos a las ocho y media de la mañana. Cuál sería mi sorpresa cuando comprobé que, a las nueve en punto, empezaba a llover (débilmente) como se había anunciado.
Ante tal muestra de puntualidad, no pude por menos que exclamar -para mis adentros, eso sí- ¡Esta lluvia no es de aquí!
Y no era baladí tal pensamiento, dado que en estos lares eso de la puntualidad es tenida como cosa helvética o prusiana. Aquí nada empieza a la hora prevista. De tal manera que, si uno acude a cenar a casa de unos amigos a la hora convenida, es normal encontrar al cocinero pelando patatas o, incluso, eligiendo al pavo que habría que sacrificar. Eso de que llueva a la hora prevista, solo puede obedecer a la proliferación de estudiantes europeos que aprovechan las becas Erasmus para contagiarnos cosas tan desconocidas para el hispano medio como la "formalidad". Algunos, eso sí, se van de aquí con la siesta bien aprendida y llegando tarde (o no llegando) a todas partes. 
El domingo siguiente (4 de febrero), había una predicción de tiempo nuboso, temperaturas frías y algunas rachas de viento. Por la noche, como todos saben, empezó a nevar de manera copiosa, acumulando capas de hasta un palmo sobre el capó de los coches. Los tejados amanecieron blanqueados el lunes ante el embeleso de los turistas. Les cogió por sorpresa, por aquello de que los turistas suelen ser de fuera y no tienen costumbre de improvisar. A los de aquí, nos encantó, pero no nos sorprendió. Por qué; porque una nevada imprevista y a deshora es cosa muy española. La nieve, como buena paisana, se pone a caer cuando le viene en gana. Faltaría más.
Esta nieve sí que es de aquí.