martes, 28 de febrero de 2017

INFERENCIAS



Tengo que confesar que últimamente no me fijo bien en los detalles. Y sin embargo ahí está, este automóvil, un flamante Mercedes Bez, que no es mala marca, ni tampoco es lo que se llama un vehículo “popular”. Yo diría que la bicicleta es un vehículo más popular. ¿Me equivoco si le pongo a esta máquina (al Mercedes, claro) el calificativo de “ostentoso”? Tal vez sí; tal vez no. Pero ese no es el asunto, el asunto es que el resplandeciente morro de esta opulenta máquineja no goza del clásico adorno de la codiciada estrella. En su lugar han puesto un escudo plano que, reconozcámoslo, no es lo mismo. Todo hace parecer que lo de la mirilla que apunta al horizonte ya no se lleva. ¡Menudo despiste el mío! Si es que no me centro en los detalles...

Pero claro, yo me pregunto por qué. ¿Por qué este cochazo no luce ese signo de distinción que hace a su dueño digno de ser recibido en las más selectas mansiones del barrio alto? A lo mejor es que esa tendencia a robar el adminículo por aquello de fastidiar se está disparando en los últimos años. Me pregunto, también, por qué será eso. Puede que el número de choricetes, gamberros y díscolos de andar por casa se esté multiplicando en los últimos tiempos. De no ser así, no habría que rediseñar el morro del Mercedes Benz para privarlo de ese que en otros tiempos fue motivo de orgullo. Porque, vamos a ver, el que se compra un carromato de ese calibre no lo hará por pura necesidad. A lo mejor (o a lo peor) es que algo en nuestro estilo de vida no acaba de funcionar. Porque, a ver, digo yo que si todo el mundo tuviera un Mercedes, no habría por qué fastidiarle la estrella al del vecino. Claro que eso de que todo el mundo tenga de todo es un poco utópico. Tal vez sucede todo lo contrario: que unos tienen mucho y les sobra la pasta para comprar varios Mercedes, mientras otros no tienen para arreglarle el pedal a la bicicleta. No estoy muy seguro de que nadie pase calamidad por el gusto de pasarla. Así pues, tenemos a una minoría que puede mandar sus hijos a colegios donde exista la posibilidad de aprender a vivir en sociedad, mientras el resto de los infantes no tienen más remedio que compartir el aula como lo más granado de cada tribu. Es tan subjetivo eso de la realidad...

Entiendo el fastidio de los que tenéis un Mercedes por no poder lucir la estrella de la casa. Entiendo que debe ser un pequeño trauma comprobar que un amigo de lo ajeno te desposea de ese signo de distinción. ¡A mí me fastidiaría que me hurtaran el velocípedo! No voy a decir que les está bien empleado a los que pierden la mirilla a manos de un incivil. Nada de eso. Sobre todo si se podría haber evitado. Bastaría con que tuviéramos una sociedad un poco más equilibrada y más accesible para todos. Bastaría con que un niño nacido en la zona norte, tuviera las mismas oportunidades que otro aterrizado en un chalé de Monteluz. Tal vez así evitaríamos más de una tentación dañina. Lo que no podemos garantizar es que desaparezcan esos otros choricillos que no roban estrellas de Mercedes, pero que seguramente tendrán una colección de bonitos carros a costa del contribuyente, mientras guardan el Botín en un banco de las Islas Caimán. Ellos si que tienen garantizado que nadie les arranque el emblema de los triunfadores. Para eso está el chófer.
No es lo mismo; dónde va a parar

domingo, 26 de febrero de 2017

EXTRAVIOS

Mi mujer lo ha dejado claro esta mañana: "Cariño, no encuentro el elephante". "Qué cabeza la tuya", debería haber dicho; pero en lugar de lamentar algo que se ha convertido en rutina, me puse a buscar el elephante por toda la casa. Después de revisar los armarios, el trastero e incluso el frigorífico, entendí que el elephante podría estar en cualquier parte, de manera que salí a la calle a preguntar. Una vecina me dijo que había visto un elephante por la cochera. Pero nuestro elephante no es de los que pierden la trompa por conducir un automóvil. Tampoco quise llamar a la policía; soy enemigo de molestar al prójimo por uno de nuestros despistes. Además, no es la primera vez que mi mujer extravía al elephante. Esta, por lo menos, es la tercera vez que lo pierde, y mucho me temo que no va a ser la última.
Llamé, eso sí, a mi madre, quien, después de afirmar que el elephante no estaba en su casa, me dijo que seguramente lo encontraría en el mismo sitio donde me había dejado la cabeza. 
No quise ni pensar en la posibilidad de que el viejo cocodrilo se hubiera tragado el elephante. Eso hubiera sido imperdonable por su parte.
Por la noche volví, derrotado y hastiado, a nuestra morada, pensando que cualquiera podría haberse quedado con nuestro amado elephante, cuando mi mujer me recibió con la feliz noticia de que lo había encontrado justo donde lo había puesto el día anterior. 
Menos mal que al elephante le dio por quedarse donde mi mujer lo había dejado. 

domingo, 19 de febrero de 2017

CORAZÓN

El gran asceta oriundo del Punyab y maestro de meditación Jawaharlar Vanipurlakti fue conocido por una de las capacidades más sorprendentes en un ser humano: la de detener los latidos del corazón de forma voluntaria. 
Muchos fueron los científicos que se acercaron al maestro Vanipurchaski para dar testimonio de tan extraordinarias capacidades. De hecho, la universidad de Delhi pudo constatar con todos los medios disponibles en su Facultad de Medicina, que dicha capacidad era completamente real. Tan real que, la prueba realizada por los sabios de dicha Facultad, fue definitiva. El corazón de Vanikurcinski se detuvo cuando su inquilino dijo que se iba a detener; ahora bien, no es menos cierto que el citado órgano dejó de latir por toda la eternidad. El maestro de meditación Jawharlar Vanijodinski se escapó de este valle de lágrimas sin revelar al mundo el que hubiera sido el método incontestable para aplicarse la eutanasia de forma aséptica y ajena a los imperativos legales.

lunes, 13 de febrero de 2017

DESAFIANDO EL SENTIDO COMÚN

Un niño, desafiando el sentido común, ha utilizado un tobogán instalado en un lugar público.
Con este gesto, el niño pretendía dar sentido a un objeto aparentemente inútil y, en la práctica, en total desuso, según declaró el propio menor a fuentes autorizadas.
El resto de los infantes prefirieron seguir babeando, como mandan los cánones, sobre las pantallas de sus consolas de videojuegos o en los teléfonos móviles de sus papás. 
En un alarde de imaginación, el niño Paquito Rodríguez llegó a soñar que se lanzaba a toda velocidad por una ladera nevada y que sorteaba los pinos con su quimérico trineo.
Los padres del menor fueron puestos rápidamente a disposición judicial, después de que unos vecinos alertaran a las fuerzas de seguridad ante la vergonzosa actuación de los progenitores. Ambos se enfrentan a la pérdida de la tutela del menor así como una multa de 15.000 euros por conducta indecorosa. 
Una vecina declaró que sentirse "moralmente agredida" al ver al menor jugarse la vida ante la pasividad de los padres.
La asociación de vecinos del barrio en cuestión, ha pedido la rápida desmantelación del parquecito infantil para que "hechos como este no vuelvan a repetirse nunca más".
La O.N.G. N.P.C. (NIÑOS POLÍTICAMENTE CORRECTOS), se ha personado en la causa seguida contra los padres con la intención de interesar que el Ministerio Fiscal solicite la apertura de diligencias penales contra "los instigadores de tan inadecuada conducta", por parte del menor. 
No pintan bien las cosas para el niño Paquito Rodríguez.