miércoles, 16 de noviembre de 2016

CONTRATIEMPOS ECONÓMICOS

Durante sus delirantes filípicas, nuestro difunto progenitor nos advertía vehemente con aquel lugar común de que "el dinero no crece en los árboles", por más que, a día de hoy, las plantaciones de almendros producen verdaderas fortunas a quienes tuvieron a bien plantarlos. También dijo aquello de, "un día de estos vamos a salir ardiendo", cuando comprobaba que habíamos olvidado apagar el braserillo de picón y, mire usted por donde, acertó, por cuanto se cumplió con su voluntad de ser inciderado post mortem. La capacidad intuitiva de nuestro (difunto) progenitor era inextricable. De ahí que, en los tiempos que corren, se debería poner en cuarentena al filósofo de a pie, que tanto abunda en las tertulias radiotelevisivas, sobre todo en el caso de los expertos en ciencias monetarias, ya que todos parecen saber de lo que va la coyuntura pero ninguno de ellos supo predecirla con tiempo suficiente para revertir el drama en comedia. Habida cuenta que los tiros no hay ido por ahí, podemos colegir que la estirpe de los expertos en ciencias monetarias -dicho sea con todo el respeto- deviene inútil y, a la postre, la susodicha coyuntura podría haberse amortiguado cerrando las facultades de ciencias monetarias y ahorrando a las universidades un pastizal, que bien se hubiera podido invertir en empresas viables, esto es, cualquiera excepto las inmobiliarias. Aunque por otro lado, también es cierto que la meritada coyuntura ha traído al mundo un buen número de nuevos millonarios, de lo que se infiere que las ciencias monetarias van a versar de "cómo forrarse unos cuantos a costa de otros muchos".

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